miércoles, 26 de diciembre de 2012

El niño-sacramento / Sagrada Familia – Ciclo C – Lc 2, 41-52 / 30.12.12


41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.42 Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, 43 y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. 44 Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. 45 Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.46 Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. 48 Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. 49 Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”. 50 Ellos no entendieron lo que les decía.51 El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. 52 Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.

Pistas de exégesis (qué dice el texto)
Los dos Evangelios que contienen relatos de la infancia de Jesús (Mateo y Lucas), estructuralmente, tienen por lo menos dos partes: los relatos de la infancia y la vida pública. Mt 1-2 y Lc 1-2 aparecen como una unidad literaria propia, coherente en sí misma y discontinuada del resto de los libros, no por carecer de relación con el ministerio de Jesús, sino porque entre la infancia y la vida pública acontecen, en silencio, unos veinte años. Mientras Mateo comprime unos 10 años en los primeros dos capítulos y luego salta hasta el bautismo para dedicarle de ahí en adelante lo que resta del libro, y mientras Lucas comprime 12 años en los dos primeros capítulos y luego salta hasta los treinta años del Maestro (cf. Lc 3, 23), la juventud e inicio de la adultez de Jesús se esconden bajo Lc 2, 40: “El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él” y Lc 2, 52: “Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”.

Puede hablarse de los relatos de la infancia como unidades literarias con peso específico. Y aún más, muchos biblistas coinciden en afirmar que estas unidades son un mini-Evangelio, o sea, que son resumen, simbolismo y anticipo de lo que se narrará después. Son resumen porque, en apenas dos capítulos, los temas principales de la vida y muerte de Jesús se hacen presentes; son simbólicos porque las imágenes, las situaciones y las figuras suelen señalar una realidad mayor que se terminará de entender al final de la lectura completa del libro; y son anticipo porque, desde la infancia de Jesús (presente literario) anuncian los sucesos de la vida pública y de su muerte y resurrección (futuro literario).

domingo, 23 de diciembre de 2012

Poner a Dios en su lugar

Juan José Gravet, a través del último boletín de su parroquia, me ha hecho recordar un texto del 2009. Lo vuelvo a postear para esta Navidad. Agradezco a Juanjo, párroco de Rosario, en el barrio de Ludueña, que ha tomado el texto y lo ha hecho tinta en el último boletín. Agradezco con bella memoria a las comunidades eclesiales de base de esa zona, que son testimonio real de que Dios debe estar en su lugar, entre los últimos.

Dejo el link al blog de la parroquia y abajo el texto reflotado de aquel 2009: http://pquiacristoredentor.blogspot.com.ar/




Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre (Lc. 2, 12)
Una de las tradiciones populares navideñas consiste en llevar en procesión, la Nochebuena, una imagen del Niño Dios hasta el pesebre, para colocarlo donde debe estar en ese momento, entre sus padres, apenas nacido. A nadie se le ocurriría ponerlo en otro lugar, precisamente porque estamos en la Navidad, y el niño que nos ha nacido no puede estar demasiado lejos de su madre. No sería bueno que esté guardado en un cajón ni dentro del trineo de Papá Noel. Su lugar en esa noche maravillosa es el pesebre.
¿Pero qué tiene de atractivo el pesebre para que Dios quiera estar allí? Buceando los Evangelios, resulta que en Marcos no hay ni rastros de un pesebre, puesto que ni siquiera hay rastros de la infancia de Jesús. Lo primero es Juan el Bautista (cf. Mc. 1, 2-4). Nos trasladamos a Mateo y ya se nos dibuja una sonrisa, porque aquí si hay relatos de la infancia; igualmente, la escena del nacimiento me desilusiona en la búsqueda, porque del pesebre no hay noticias (cf. Mt. 1, 25); avanzamos hasta el famosísimo episodio de los magos de Oriente, pero éstos no lo hallaron en un pesebre, sino en una casa de Belén (cf. Mt. 2, 9-11). Al Evangelio según Juan ya lo habíamos descartado de antemano en esta búsqueda porque recordamos que lo primero de lo primero es el himno al Logos (cf. Jn. 1, 1-18), luego el testimonio del Bautista (cf. Jn. 1, 19-28). De pesebre, ni hablar.
Entonces decidimos abordar Lucas, con la certeza de que la palabra pesebre nos viene de allí. Parece que la búsqueda tendrá consuelo. Localizamos Lc. 2, 7 y la claridad del autor es extrema: “María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue”. Es una imagen grabada en la memoria. La explicación escuchada todos los años es la misma: Dios elige la humildad del pesebre para manifestarse y las malas gentes de Belén no le dieron espacio en sus casas a una mujer parturienta. ¿Pero será tan así? Cuando repasamos Lc. 2, 7 no encontramos casa ni gente mala. Donde no había lugar para ellos es en un albergue. En el texto griego (idioma que usó Lucas para escribir), la palabra es kataluma, y puede tratarse tanto de una especie de hotel para viajeros de caravanas en el Oriente, como de la habitación de determinadas casas reservadas para los huéspedes. Los biblistas dicen que si José, según la versión de Lucas, llevó a una mujer a punto de parir por unos doscientos kilómetros (de Nazareth a Belén) sin haber previsto alojamiento, entonces era un padre demasiado irresponsable. Tenemos que suponer que si fue a empadronarse a Belén porque era su ciudad familiar (cf. Lc. 2, 4), había allí parientes, y que kataluma sería, más que albergue, la habitación de huéspedes de una casa relacionada sanguíneamente con José. ¿Y por qué no había lugar para ellos en esa casa? Porque María pariendo se hacía impura según la ley escrita en el Levítico capítulo 12. Si el nacido era varón, como en este caso, la madre quedaba impura por siete días, al octavo día se circuncidaba al niño, y la madre aún permanecía treinta y tres días más impura. El problema con la mujer impura, según el Levítico, es que quien la toca se vuelve impuro (cf. Lev. 15, 19), sobre lo que ella se acuesta queda impuro, sobre lo que se sienta queda impuro el objeto (cf. Lev. 15, 20), y aún quien toca algo que esté en contacto con el lugar donde ella se acuesta o se sienta, también se vuelve impuro (cf. Lev. 15, 23). Es demasiado evidente que tener una parturienta en casa era volver impura toda la casa, y por cuarenta días a lo mínimo. Esa es la respuesta a por qué no había lugar para ellos. Aquí no se trata de gente mala, sino de estrictos cumplidores dela Ley.
Después de enterarnos de eso, el pesebre parece perder un poco la mística con la que lo habíamos envuelto. Sin gente mala, sin humildad ascética, con cumplimiento de una ley que está contenida en la Biblia explícitamente, el pesebre parece dejar de ser pesebre. Y aquí viene la clave de todo esto. Al seguir leyendo el Evangelio según Lucas, son los pastores los primeros personajes inmediatos al nacimiento. Y no se trata, precisamente, de los pastorcillos de nuestros pesebres vivientes, simpáticos y jóvenes. En los tiempos del nacimiento de Jesús, la cultura popular los consideraba parte de la clase social baja en la que no se podía confiar, pues indefectiblemente, debían ser ladrones, malhechores o mal vivientes. Su reputación no era lo más envidiado en Palestina. Los pastores eran la lacra, los marginados; y para los terratenientes, mano de obra barata que cuidaba rebaños que no eran suyos. Ellos son, según Lucas, los primeros que reciben el anuncio (cf. Lc. 2, 8-12), son los destinatarios de la Buenísima Noticia del niño en el pesebre. Porque el Evangelio tiene dos aristas: al Salvador se lo reconoce en el pequeño e indefenso (cf. Lc. 2, 11-12) y la Buena Noticia es anunciada a los pobres (cf. Lc. 4, 18).
Marcos, Mateo y Juan no hablan de un pesebre, sin embargo, siempre recalcan que Jesús andaba con publicanos, prostitutas y pecadores, que vivía entre lo marginal, que se identificaba con los que nada tienen y nada son para la sociedad. Marcos, Mateo y Juan ignoran el pesebre, pero no dan vuelta la cara ante el Dios que comparte su tiempo con los lacra, que vive entre ellos, que es señalado como uno más del montón. De Jesús se puede decir que murió como nació: entre los parias, entre los despreciables, los desechables. Su lugar en Nochebuena es el pesebre. ¿Y qué tiene de atractivo el pesebre, entonces? Probablemente los pastores, lo menos atractivo de la época, lo más marginal. En esta Navidad pongamos a Dios en su lugar: con los inmigrantes ilegales, los desocupados, los homosexuales, los drogadictos, las prostitutas, los indígenas, los esclavos del capitalismo, los enfermos, los presos, los divorciados, los silenciados, los oprimidos, los últimos…

martes, 18 de diciembre de 2012

Dos panzas que se encuentran / Cuarto Domingo de Adviento – Ciclo C – Lc 1, 39-45 / 23.12.12


39 En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. 40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, 42 exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! 43 ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? 44 Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. 45 Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.


Pistas de exégesis (qué dice el texto)
El sitio exacto donde residen Isabel y Zacarías no es mencionado. La tradición lo ha identificado con Am Karam, una localidad a 6 kilómetros de Jerusalén, en la provincia de Judá, lo que implicaría un desplazamiento gigante de María desde Nazaret, considerando su estado gestacional. En esa época, los viajes no eran seguros. En los caminos desiertos los asaltantes encontraban presas fáciles en los grupos pequeños que se desplazaban por allí. Lo ideal era viajar en caravana. ¿Cómo habría viajado María, entonces? ¿Y José? De él no hay noticias en el relato. También resulta extraño que María no se quede para el parto de Isabel siendo que ha realizado un viaje tan largo. Lc 1, 56-57 da a entender que se quedó tres meses con su prima y se volvió a su casa antes del parto.

La perícopa comienza con la expresión en aquellos días, propia del lenguaje del Antiguo Testamento (cf. 2Rey 10, 32; 15, 37; 2Cron 32, 24; Is 38, 1; Dn 10, 2). Y es que Lucas ha tejido sus dos primeros capítulos con el telón de fondo de las Escrituras judías. Tomando moldes veterotestamentarios relató la infancia de Jesús y de Juan el Bautista. Con ese recurso literario establece continuidad en la historia de la salvación. La primera época de la historia es la de la Antigua Alianza, la que culmina con la llegada de Jesús. En el Evangelio según Lucas ese período tiene como representantes a Zacarías (sacerdote del templo), a Isabel (estéril al comienzo, como muchas mujeres del Antiguo Testamento) y a Juan el Bautista (el último profeta de la Antigua Alianza y el más grande). Cuando comienza el ministerio de Jesús se abre una nueva etapa, la del Hijo, la de la Nueva Alianza (cf. Lc 22, 20), que tendrá su coronación en la ascensión (cf. Lc 24, 50-51; Hch 1, 9). Y, finalmente, llega el período del Espíritu Santo con la efusión de Pentecostés narrada en el capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles. El tiempo del Espíritu Santo es, por lo tanto, el tiempo de la Iglesia, que perpetúa la utopía de Jesús.

martes, 11 de diciembre de 2012

El insuficiente evangelio de la ética mínima / Tercer Domingo de Adviento – Ciclo C – Lc 3, 10-18 / 16.12.12


10 La gente le preguntaba: “¿Qué debemos hacer entonces?”. 11 Él les respondía: “El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto”. 12 Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: “Maestro, ¿qué debemos hacer?”. 13 Él les respondió: “No exijan más de lo estipulado”. 14 A su vez, unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?”. Juan les respondió: “No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”.15 Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, 16 él tomó la palabra y les dijo: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. 17 Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible”.18 Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia.

Pistas de exégesis (qué dice el texto)
Toda la tradición de los Evangelios Sinópticos parece coincidir en que el Bautista comenzó su ministerio antes que Jesús, que lo realizó a orillas del Jordán, en el desierto, y que su práctica regular era el bautismo. La hermenéutica que asocia este ministerio joánico con la cita del comienzo del capítulo 40 de Isaías también es una constante (cf. Mc 1, 2-3; Mt 3, 3; Lc 3, 4-6; Jn 1, 23).

Respecto al discurso del Bautista hallamos algunas diferencias redaccionales entre los evangelistas. Para Marcos, el Bautista tiene una función netamente precursora, de anuncio directo del Mesías que viene, y casi sin mensaje propio. Juan menciona en apenas dos versículos al que viene detrás de él, el que es más fuerte, del que no es digno de desatarle la correa de las sandalias (cf. Mc 1, 7), y el que trae un bautismo mejor (cf. Mc 1, 8).
Para Mateo y para Lucas, el mensaje del Bautista es más completo, e inclusive parece contrapuesto al Evangelio de Jesús. En la primera parte del mensaje coinciden Mateo y Lucas. Las exhortaciones son duras, en tono acusatorio. El apelativo raza de víboras dirigido a fariseos y saduceos en Mateo (cf. Mt 3, 7), y a la gente en general en Lucas (cf. Lc 3, 7), es durísimo. Esta primera parte culmina con la imagen apocalíptica del hacha puesta a la raíz de los árboles, dispuesta a cortar lo que será quemado (cf. Mt 3, 10; Lc 3, 9). Viene, entonces, un agregado lucano, que analizamos luego, y se retoma la correspondencia en Mt 3, 11 y Lc 3, 16, esta vez con la imagen del agente mesiánico que tiene en su mano el bieldo y que quemará la paja con un fuego inextinguible. La inmediatez con la que presenta el castigo divino que será ira implacable parece oponerse diametralmente a la práctica del perdón y al amor de Dios Padre presentado por Jesús.

martes, 4 de diciembre de 2012

Yo quiero una Iglesia para hoy, no para ayer / Segundo Domingo de Adviento – Ciclo C – Lc 3, 1-6 / 09.12.12


1 El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, 2 bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.3 Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, 4 como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Una voz grita en desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. 5 Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. 6 Entonces, todos los hombres verán la salvación de Dios”.


Pistas de exégesis (qué dice el texto)
Así como en Lc 1, 5 es nombrado Herodes y en Lc 2, 1-2 son mencionados el César Augusto y Cirino para delimitar las coordenadas históricas de los acontecimientos, el comienzo del capítulo 3 de Lucas, solemnemente, establece el panorama de los poderosos al comienzo del ministerio de Juan el Bautista:
Tiberio César: fue el sucesor del Emperador Augusto entre los años 14 d.C. y 37 d.C., pero su reinado comenzó, aunque no oficialmente, unos años antes, cuando comenzó a compartir el poder con Augusto. La variante más aceptada hoy por los historiadores considera que la coordenada de Lc 3, 1 podía situarse entre los años 27 d.C. y 29 d.C.; entre estos años comenzaría la historia pública de Jesús de Nazaret.
Poncio Pilato: fue procurador (gobernador) de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36 d.C. Los historiadores como Filón y Flavio Josefo hablan negativamente sobre él cuando lo describen. Aparentemente, se trataba de un anti-semita cruel que, en varias oportunidades, se enfrentó a los dirigentes judíos y, según Lucas, habría asesinado un grupo de galileos durante el tiempo de alguna fiesta israelita importante (cf. Lc 13, 1).
Herodes: se trata de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande. Fue tetrarca de Galilea entre los años 4 a.C. y el 39 d.C. Según Lucas, será quien aprenda al Bautista y lo mate (cf. Lc 3, 19-20; Lc 9, 9), y tendrá una participación casi cómica en el juicio a Jesús (cf. Lc 23, 7-12).
Filipo: estuvo en el poder, gobernando Iturea y Traconítida entre los años 4 a.C. y el 33/34 d.C. Lucas no lo volverá a mencionar en su libro.
Lisanias: aquí hallamos un dato histórico no comprobable actualmente. No se puede identificar a ciencia cierta a este personaje. Lo más contemporáneo sería Lisanias de Abilene, supuesto tetrarca de una región al noroeste de Damasco. También existió un tal Lisanias I, rey de los Itureos, bajo el gobierno de Antonio y Cleopatra, entre el año 40 y el 36 a.C., por lo tanto, fuera de contexto en estas coordenadas lucanas.
Anás y Caifás: Anás era el suegro de Caifás. Fue sumo sacerdote judío entre los años 6-15 d.C., pero sus contactos políticos eran tan importantes, que logró perpetuarse en el poder a través del pontificado de cinco de sus hijos y de su yerno Caifás, quien pontificó entre el 18 y el 36 d.C. Pero más allá de quien se sucediera en el cargo, el que verdaderamente tomaba las decisiones y manejaba la situación era Anás, y sus familiares (hijos y yerno) le obedecían. Él era el verdadero jefe de Israel.

martes, 27 de noviembre de 2012

Con la cabeza en alto, porque viene la liberación / Primer Domingo de Adviento – Ciclo C – Lc 21, 25-28.34-36 / 02.12.12


25 Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. 26 Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. 27 Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.28 Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.34 Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes 35 como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.36 Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.

Pistas de exégesis (qué dice el texto)
Existe un pequeño apocalipsis sinóptico en los Evangelios, o sea, un discurso escatológico sobre el final de los tiempos que comparten Marcos, Mateo y Lucas. Mc en el capítulo 13 de su libro, Mateo en el capítulo 24 y Lucas en el 21.
Lucas no pone en boca de Jesús un discurso puro sobre el fin definitivo de los tiempos, sino que añade referencias a un suceso reciente para la época en la que escribe, como lo es la caída de Jerusalén en el año 70 d.C., lo cual determinó la destrucción del Templo. Es Lucas el único que transmite la imagen de la ciudad rodeada por ejércitos (cf. Lc 21, 20) y, posteriormente, una deportación de sus habitantes y el pisoteo por los gentiles que ingresan a Jerusalén (cf. Lc 21, 24). Este pisoteo gentil es una referencia al ejército romano que arrasó con la ciudad y profanó el Templo destruyéndolo.

En el Antiguo Testamento, la intervención definitiva de Yahvé en la historia está acompañada de una tierra que se bambolea (cf. Is 24, 19-20) por ejemplo, de una oscuridad provocada por los astros que se ensombrecen (cf. Am 5, 18; 8, 9; Is 13, 10; Jo 2, 2; Ez 32, 7) y hasta de una luna ensangrentada (Jo 3, 4). Todos signos cataclísmicos que remiten a la importancia capital de la resolución que se está llevando adelante en el universo.

sábado, 24 de noviembre de 2012

2 cosas extrañas a la teología argentina

El país polarizado
Hay una situación actual de la teología argentina, hecha por argentinos, que me preocupa hace bastante tiempo. Es una situación que tiene mucho que ver con el estado de lo político en Argentina, con la polarización y con el conflicto social que excede el ámbito puro de los partidos políticos llegando a insertarse en casi todos los ámbitos de la vida de este país.
Para los familiarizados con esta situación a la que me refiero, es fácil detectarlo; para los que no, puede resumirse de la siguiente manera: en Argentina hay dos facciones en un enfrentamiento irreversible; por un lado los adherentes al proyecto y modelo llevado adelante por el matrimonio Kirchner en su paso y permanencia en el poder ejecutivo desde hace casi diez años; por el otro lado los opositores acérrimos a ese proyecto y modelo. El problema no está en que existan las dos facciones, sino en que su polarización es extrema y el nivel de agresividad está creciendo en una escalada que ha alcanzado un punto irreversible. Ambas facciones tienen fanáticos. Eso también es un problema. No hablamos sólo de adherentes, sino de un fanatismo que ciega y que no deja espacio a la reflexión ni al diálogo sincero y real. Hay fanáticos K, podríamos decir, y fanáticos anti-K. Los primeros defienden todo lo que sale emanado del ejecutivo y de la cohorte kirchnerista; los segundos atacan todo lo que sale emanado del ejecutivo y de la cohorte krichnerista. No hay tintas medias, no hay grises. Y el fenómeno excedió a los partidos políticos, o a aquellos tradicionalmente más involucrados en el partidismo; es un fenómeno que llegó hasta los núcleos familiares, de manera que hermanos no se hablan más a causa de este enfrentamiento, o amigos dejan de juntarse regularmente por este conflicto. Como cualquiera con memoria y reflexión puede inferir, el punto de no retorno lleva, indefectiblemente, a una violencia que va a estallar. Lo sabemos por la historia pasada.
Ahora bien, el problema de la teología en Argentina es que se ha polarizado perdiendo lo que considero son dos características básicas de la teología: la crítica y la profundidad. Vayamos a la representación básica y esquemática. Existe un grupo de teólogos adheridos al proyecto krichnerista, en este punto ya fanáticos del kirchnerismo. En la otra facción existen los teólogos anti-kirchneristas; los católicos, en su gran mayoría son fieles y leales a todo lo que emane de la Conferencia Episcopal Argentina y del Vaticano. En el medio hay teólogos interesantísimos y teólogos grises. Los interesantes, que aún conservan la crítica y la profundidad, son los menos. Los grises son varios. Se podría caracterizar cada grupo así:
a) Teólogos K: consideran que el proyecto kirchnerista (llamado “nacional y popular”) es una expresión de los anhelos setentistas de la teología de la liberación. Interpretan que las legislaciones de estos últimos diez años y la política económica abordada son expresiones de un posible avance del Reino de Dios. Hasta se podría decir que es una epopeya, donde el kirchnerismo revirtió la crisis 2001-2002 del país restituyendo la dignidad de los pobres, y por esa restitución de la dignidad de los excluidos, puede hablarse de una afinidad con el Evangelio.
b) Teólogos anti-K: los católicos adhieren bastante al neo-conservadurismo eclesial llevado adelante por el Vaticano en este último tiempo. Ven el kirchnerismo como una amenaza, al igual que sus pares latinoamericanos pueden ver los gobiernos populistas de la misma manera. Temen que el avance del poder K ataque privilegios eclesiales de antaño. Y temen que el impulso a determinadas legislaciones (matrimonio igualitario, igualdad de género) socaven el pilar teológico-pastoral de la familia que sostiene la institución. Para ellos, Reino de Dios y Evangelio es lo mismo que Iglesia.
c) Teólogos interesantes: muy pocos, casi contados con los dedos de la mano. Son capaces de criticar con altura el modelo kirchnerista y criticar la institución eclesial. Rescatan lo positivo de estos diez años en materia política, pero pueden denunciar lo que esconde el modelo. Al mismo tiempo no escatiman las posibilidades para hacer saber a la Iglesia qué prácticas y qué visiones se oponen tajantemente al Evangelio. Tienen una visión particular del poder que se fundamenta en la visión de poder que tenía Jesús.
d) Teólogos grises: daría lo mismo que estén o que no estén, que hablen o que no hablen, que escriban o que no lo hagan. Son los repetidores. Dicen lo mismo que ya se ha dicho con otras palabras. No innovan en la teología por temor. Tienen la tendencia a buscar una comodidad ideológica que no comprometa. En política no se meten. En organización eclesial tampoco. Ni fríos ni calientes.



martes, 20 de noviembre de 2012

Iglesia-Imperio o Iglesia-Comunidad / Fiesta de Cristo Rey – Ciclo B – Jn. 18, 33-37 / 25.11.12


Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Jesús le respondió: “¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?”. Pilato replicó: “¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?”.Jesús respondió: “Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí”. Pilato le dijo: “¿Entonces tú eres rey?”. Jesús respondió: “Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz”. (Jn. 18, 33-37)

La fiesta de Pío XI
La Fiesta de Jesucristo Rey fue instituida en el año 1925 por Pío XI. Leído a la distancia este gesto, queda claro que, debido a las condiciones mundiales de esa época, al mayor desarrollo de las democracias y a las revueltas populares que derrocaban monarquías, la celebración fue incorporada a la liturgia como reafirmación de un modelo jerárquico que comenzaba a desaparecer. La institución eclesial, fiel heredera del sistema político realista, con el poder centralizado en una sola persona, necesitaba justificar, podría decirse que teológicamente, el afán en sostener un modelo que claramente estaba siendo superado. La imagen del Cristo Rey, en esta línea, aparece como argumento del papado y de la jerarquía católica. La institución eclesial tendría en el reinado de Jesús la responsabilidad de reproducir en la tierra lo que su Fundador dirige desde el cielo.
Evidentemente, la cuestión no está en eliminar la celebración por la intención equívoca de su génesis, sino en reinterpretarla. En un principio, la fiesta se ubicaba dentro del calendario litúrgico entre el domingo mundial por las misiones y el día de todos los santos, señalizando que el reinado del Cristo está asociado a la evangelización y que tiende a la plenitud del final de los tiempos. Luego, la fiesta terminó ubicándose en el cierre del ciclo litúrgico, en el Trigésimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario.

martes, 13 de noviembre de 2012

El hermano mayor nos viene a buscar / Trigesimotercero Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Mc. 13, 24-32 / 18.11.12


24 En ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, 25 las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. 26 Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. 27 Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte.28 Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. 29 Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta.30 Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre. (Mc. 13, 24-32)

24
Ese tiempo al que se refiere el discurso escatológico que estamos leyendo es el tiempo del Día del Señor de la tradición profética, el Día del Juicio mencionado en el Antiguo Testamento, la consumación de la historia humana tal como la conocemos. La denominación de día, obviamente, no es una referencia temporal exacta, sino una imagen para describir un momento en el que sucede el cataclismo universal. En general, todas las literaturas apocalípticas tienen un componente cataclísmico que sacude los cielos y la tierra en una aparente destrucción. En lo concreto, la destrucción existe, pero es aparente porque no se continúa de un final desolador, sino de una reconstrucción a manos de Yahvé. Lo apocalíptico cristiano es una esperanza, no una profecía de desventura.
Los elementos simbólicos que Marcos incluye aquí y que develan el cataclismo parecen estar muy inspirados en el trasfondo de Is 13, 10: “Porque los astros del cielo y sus constelaciones no irradiarán más su luz; el sol se oscurecerá al salir y la luna dejará de brillar”. Debemos recordar que Gn 1, 14-19, relatando la Creación en siete días, describe cómo se imponen el sol y la luna para presidir el día y la noche, por lo tanto, para marcar los tiempos de la historia; más precisamente, la historia litúrgica (los días, los años y las fiestas a celebrar). El sol oscurecido y la luna que no brilla son la señal de que el tiempo ha cambiado, inclusive que el tiempo fijado en la Creación desaparece. Ya no se puede medir el tiempo (no hay sol y no hay luna presidiendo) porque comienza el tiempo sin medición, el tiempo de eternidad que es tiempo de Dios. Va a suceder una recreación divina que, desde la primera Creación, se proyecta hasta su plenitud. La dialéctica de la muerte-vida es muy patente en esta escatología. Un mundo está muriendo, con su sol y su luna perdiendo sus funciones, pero un mundo nuevo se abre paso, con la potencia de la vida de Dios.
Y no es menor el dato de que los astros que servían para la liturgia ya no estarán, por lo tanto, la liturgia será reformada. La religión es distinta en el nuevo mundo que viene de Yahvé; necesariamente debe ser distinta porque, como veremos en el descenso del Hijo del Hombre, las mediaciones parecen desvanecerse. La mediación religiosa necesaria en este mundo para utilizar su simbología a través de los sentidos desaparece cuando todo es tan evidente, tan puesto frente a los ojos.

martes, 6 de noviembre de 2012

Mucho ojo con los escribas y con los templos / Trigesimosegundo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Mc. 12, 38-44 / 11.11.12


38 Y Él les enseñaba: “Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas 39 y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; 40 que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad”.41 Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. 42 Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. 43 Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, 44 porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”. (Mc. 12, 38-44)


38
Pocos versículos atrás, Jesús había elogiado a un escriba, el cual no se encontraba lejos del Reino de Dios en su interpretación de la vida y de los mandamientos. Pero, aparentemente, esta era la excepción que confirma la regla. Ahora, dirigiéndose al pueblo que lo escucha, advierte sobre el cuidado que hay que tener con los escribas, quienes no resultan ser lo que aparentan. Seguramente tenemos en estos versículos una crítica confiable de lo que pensaba Jesús respecto a los escribas, pero también es cierto que la crítica jesuánica va más allá de la anulación inmediata de un sistema de creencias; Jesús se centra en las personas; los escribas, en general, constituyen un grupo de poder religioso con ideales distintos a los del Reino, pero no por eso quedan exentos todos los escribas de la participación en el Reino.
Las advertencias van en dos direcciones: prestar atención a la actuación que busca aprobación social sin reflejar verdaderamente una actitud de vida coherente, y denunciar el abuso económico perpetrado contra los más desfavorecidos. La palabra que algunas traducciones interpretan como cuídense y otras como guárdense, es blepo en griego, y su traducción literal podría ser tener vista. Si quisiéramos hacerlo más en lenguaje actual, la invitación es a tener ojo. En lenguaje coloquial, tener ojo sobre algo es desconfiar inicialmente y mantenerse alerta para detectar el engaño.
Lo primero sobre lo que hay que tener ojo son las vestiduras exageradas. Según el comentarista que se tome, algunos creen que Jesús hace referencia a los hilos de la punta del manto, exageradamente largos para llamar la atención, y otros se inclinan a pensar en el vestido sabático de fiesta que sólo los ricos podían adquirir. De cualquiera de las dos formas, el problema es la ostentación. El ropaje marca una diferencia con el resto, económica, social o religiosa, pero intenta establecer un muro para que sea elocuente la distancia. Hay ropas propias de un poder adquisitivo, ropas que traslucen la clase social y ropas para uso sagrado o sacerdotal. Esas diferencias, en el ámbito de lo religioso, buscan la alabanza del otro sobre la persona que ostenta. Las vestiduras serían el signo de la santidad, el símbolo de una sabiduría que merece ser alabada. Por eso el saludo en las plazas de los escribas que se detienen para que, con reverencia, el pueblo reconozca su posición de privilegio. No es un saludo común, entre hermanos o amigos, sino el saludo estereotipado que reconoce el honor y la superioridad del otro, como se saluda a monárquicos y jerárquicos. Hay que tener ojo con ello porque son expresiones externas que buscan alimentar el ego, y no se condicen con la religión del prójimo, con la tendencia del Reino a vivir en plenitud en el hermano. Son prácticas hacia dentro, hacia uno mismo, sin salida al exterior.

martes, 30 de octubre de 2012

Con un solo mandamiento es suficiente / Trigesimoprimero Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Mc. 12, 28-34 / 04.11.12


28 Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?”. 29 Jesús respondió: “El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; 30 y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. 31 El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos”. 32 El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, 33 y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”.34 Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”.Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. (Mc. 12, 28-34)



28
Un escriba, un doctor de la Ley, erudito en la Palabra de Dios escrita y exegeta de turno, ha oído cómo Jesús discutió y venció en las argumentaciones contra miembros del Sanedrín (cf. Mc 11, 27-33), fariseos y herodianos (cf. Mc 12, 13-17), y saduceos (cf. Mc 12, 18-27). Ahora se acerca él para preguntar, y preguntará sobre la Ley de Dios, su objeto de estudio.
La gran función escriba consistía en aprender la Ley, enseñarla como maestros rabinos y utilizarla para argumentar y legislar en diferentes casos. Los escribas habían llegado a contabilizar unas 613 prescripciones o mandatos dentro de la Tora, lo cual vuelve completamente razonable la pregunta realizada a Jesús: si hay 613 mandamientos, ¿cuál es el más importante? Pues se suponía, como en muchísimos sistemas religiosos, que debe existir un principio unificador y sintético. Si bien se distinguía entre mandamientos graves y leves, de los 613 se exigía el cumplimiento de todos. Las escuelas rabínicas se dividían frente a esta preguntar del escriba. Algunos pensaban que era una pregunta absurda, porque los mandamientos eran 613 y punto. Otros creían que podía formularse la pregunta y que la respuesta era muy cercana a la que pronunció Jesús.
El primero de los mandamientos no se refiere al que está ordenado de principio en la lista, sino al que es el principio y fuente de los demás mandatos. Se utiliza primero (protos en griego) en el sentido prototípico. Debe haber un mandato que marque la forma de los demás, el molde de donde se desprenden todos los otros, un resumen que sea, en realidad, lo más importante. Un resumen, no de lo que ya está formulado, sino que existe antes de las formulaciones.

martes, 23 de octubre de 2012

No todos los caminos conducen a Roma / Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Mc. 10, 46-52 / 28.10.12


46 Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. 47 Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”. 48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!”.49 Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Entonces llamaron al ciego y le dijeron: “¡Ánimo, levántate! Él te llama”. 50 Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. 51 Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. El le respondió: “Maestro, que yo pueda ver”. 52 Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado”. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino. (Mc. 10, 46-52)



46
Jericó es, para los peregrinos a Jerusalén que vienen del norte, un lugar de paso obligado. Todos la describieron como un oasis de palmeras, un lugar distinto y fértil en comparación al desierto que la rodea. Hay dos emplazamientos de la ciudad: el primero corresponde al Antiguo Testamento, más al norte, y la Jericó del Nuevo Testamento, la que correspondería a esta escena, al sur de la antigua, signada por las obras edilicias de Herodes, quien tenía allí una residencia para el invierno. En el Evangelio según Marcos, Jericó representa la puerta de entrada al final de las cosas, que como ya sabemos, es en realidad el principio de las cosas. Jericó juega como una bisagra entre el final del camino del discipulado y el comienzo de la semana en Jerusalén, que termina/empieza en la cruz y la tumba vacía. Llegar a Jericó es prepararse para lo que se viene, como última posta de respiro antes de los frenéticos días finales. Marcos no se detiene a explicar nada de la ciudad ni el paso de Jesús por ella. La escena sucederá cuando salen de allí, y ya veremos que el sentido seguirá siendo el camino: Jesús sigue su camino a Jerusalén, esa es su meta.
El autor habla de Jesús con sus discípulos más una multitud que acompaña. Uniendo esta referencia a la cronología que comenzará con el próximo capítulo del libro, algunos comentaristas sostienen que estamos en una peregrinación típica de subida a Jerusalén para celebrar la pascua, y por eso la multitud que acompaña. Era habitual viajar en grandes caravanas por los polvorientos caminos para defenderse mejor de los salteadores. Puede que históricamente el núcleo del relato sea una peregrinación pascual, pero Marcos ha hecho de esta peregrinación un camino de discipulado intensivo con fines pedagógicos, como la ha demostrado desde el capítulo 8.
Para cerrar este camino tenemos un personaje ciego. Así como para iniciarlo hubo otro ciego en Betsaida (cf. Mc 8, 22-26). La presencia de dos ciegos, al principio y al final del camino, como escenas-marco del proceso discipular, es un mensaje simbólico. Jesús realiza el camino de discipulado para quitar la ceguera de sus seguidores, para hacerlos ver la realidad sobre Él mismo (es el Hijo del Hombre que debe ser crucificado), sobre el Reino (realidad que construye un universo de amor al prójimo) y sobre Dios (Padre de todos los seres humanos que trasciende la religión). Los dos ciegos (el de Betsaida y el de Jericó) son la clave hermenéutica para entender todo lo que ha sucedido en el camino. El discipulado se trata de pasar de un estado de ceguera a la luz de una revelación que libera y que nos ayuda a ponernos en el camino con plena confianza. Bartimeo será el modelo del discípulo; no Pedro, Santiago ni Juan; es el ciego de Jericó el ejemplo paradigmático a seguir para los lectores. Pedro, Santiago y Juan son formas de discipulado, son una enseñanza de correcciones para el camino, pero Bartimeo es la pro-forma de la conversión y del seguimiento.
A diferencia del ciego de Betsaida, Bartimeo tiene nombre propio. También a diferencia del de Betsaida que parece tener una casa, Bartimeo es un mendigo. No tiene hogar, no tiene dinero, y sobrevive día a día (algunos días seguramente no) de lo que puedan dejarle los peregrinos. Su nombre es una construcción gramatical aramea que significa hijo (bar) de Timeo. Aquí sucede un recurso literario que es la repetición para remarcar algún aspecto: primero se dice que es el hijo de Timero, y luego se dice lo mismo en su nombre compuesto (hijo de Timeo, Bartimeo). Timeo significa, en griego, apreciado o valorado. El hecho de ser reconocido como hijo de algo o alguien, no es siempre en términos bíblicos una referencia familiar de paternidad. Se es hijo de algo o alguien, también cuando se es discípulo de ese algo o de ese alguien, como en 2Rey 2, 3 al hablar de los hijos de los profetas, que puede traducirse como discípulos de los profetas. Entonces, Bartimeo sería, simbólicamente, un discípulo del apreciado, lo que podría referirse a alguien que cree que el Mesías ha de ser una persona valorada por la sociedad, un digno hijo político-militar de David. La curación de su ceguera sería, justamente, quitarle esa visión tergiversada del mesianismo. Bartimeo tiene que convertirse de su primera idea sobre la salvación y el Reino para incorporarse al camino de Jesús de Nazaret.

jueves, 18 de octubre de 2012

Un hombre no puede pagar a Dios su rescate (Salmo 49) / Vigesimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Mc. 10, 35-45 / 21.10.12


35 Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. 36 El les respondió: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”. 37 Ellos le dijeron: “Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. 38 Jesús les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”. 39 “Podemos”, le respondieron.Entonces Jesús agregó: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. 40 En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”.41 Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. 42 Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. 43 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; 44 y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. 45 Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”. (Mc. 10, 35-45)


35
Vienen a Jesús dos hermanos de los primeros que se unieron a Él en el camino del discipulado. Son Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo. Por Mc 1, 19-20 ya conocemos su parentesco con Zebedeo, probablemente una especie de empresario marítimo del Mar de Galilea, con algunas barcas y empleados a su cargo. Quizás una empresa pequeña y familiar, lo que no quita que esta familia se diferencie del resto de las familias galileas, las cuales apenas si podían sobrevivir a diario. Es difícil trasladar las categorías sociales actuales a la Palestina de aquella época, pero podemos hablar de que pertenecerían a una clase media, con más holgura económica que la gran clase baja pobre constituida por campesinos, jornaleros y trabajadores manuales.
Cuando se unen al camino de Jesús, Santiago y Juan aparecen muy ligados a Pedro. Son los tres discípulos privilegiados que presencian eventos únicos junto al Maestro: el milagro de la hija del jefe de la sinagoga (cf. Mc 5, 37), la transfiguración (cf. Mc 9, 2), la explicación sobre los signos de los últimos tiempos (cf. Mc 13, 3, en este caso junto a Andrés) y la oración agónica en Getsemaní (cf. Mc 14, 33). Creer que estamos ante los privilegiados frente al resto puede resultar un error de hermenéutica. Posiblemente estemos ante los tres más duros de entendimiento, que deben ser instruidos con más ahínco para comprender el sentido de la cruz, de la muerte-vida. En la perspectiva del Jesús histórico y de la Iglesia primitiva, quizás sí sea correcto hablar de estos tres como los pilares de fe, como las cabezas apostólicas, pero en el relato de Marcos son las cabezas duras. La hija del jefe de la sinagoga pasa de la muerte a la vida, la transfiguración trasciende la vida mostrando reflejos de resurrección, el discurso escatológico del capítulo 13 envuelve la existencia en una atmósfera de final entre tribulaciones que despierta a la nueva creación, y en Getsemaní el Hijo de Dios agoniza en el portón de su pasión. Todos estos eventos son una enseñanza clave para los discípulos que no quieren asumir la cruz como camino mesiánico.
Esto vale también para las escenas de Pedro solo, y para esta escena que analizamos ahora, donde Santiago y Juan vienen con un pedido fuera de contexto en el proyecto del Reino de Dios. Estos tres discípulos necesitan aprender constantemente que no se trata de éxito, sino de fidelidad al proceso; no se trata de tomar el trono y reinar sobre los demás, sino destruir los tronos para que todos sirvan.

sábado, 13 de octubre de 2012

Discípulos de este Siglo / Editorial Claretiana

Editorial Claretiana ha habilitado hace un tiempo un sistema de compra vía web para sus libros. Invito a visitar la página, de la cual ofrezco el link más abajo, para informarse sobre el mecanismo, y vuelvo a recomendar mi último libro, que también se puede comprar por este mecanismo informático:
Este no es un libro sobre parábolas, nos dice el autor, pero… ¿y entonces? “Ellas serán el puente para llegar al evangelio-poético de Jesús. Por eso podemos leer este libro a solas o trabajar las parábolas en comunidades, ya que la poesía admite distintas y variadas sensaciones de acuerdo al creyente, que pueden compartirse.”“La expresión máxima de la poesía de Jesús son sus parábolas” Porque Jesús es un poeta profético “la parábola contada por Jesús incomoda”. Por eso sus parábolas nos inspiran aún hoy en día, nos conmueven, nos ayudan a “ponernos en movimiento” para transformar nuestra sociedad como discípulos de este siglo.



miércoles, 10 de octubre de 2012

Qué difícil lo tendríamos sin la gracia / Vigesimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Mc. 10, 17-30 / 14.10.12


17 Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”. 18 Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. 19 Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. 20 El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. 21 Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. 22 El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”. 24 Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. 26 Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. 27 Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible”.28 Pedro le dijo: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. 29 Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, 30 desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna”. (Mc. 10, 17-30)


17
Vamos a introducirnos a una escena muy conocida, muy utilizada pastoralmente, muy clave en el análisis teológico de la relación entre Jesús, el cristianismo y las riquezas. Seguramente, Marcos la ha heredado y la integró en esta sección para dar su visión del tema. Seis términos en griego aparecen sólo en esta perícopa y el autor no los utiliza en ninguna otra parte de su libro, dando cuenta de esta herencia que ha recibido narrativamente. Sí ha añadido un inicio particular que entronca la escena con el contexto general de su relato: Jesús está en camino.
Nos encontramos muy cerca del final de esta sección de enseñanza discipular. Ahora toca el momento de abordar la cuestión de las riquezas. En general, Marcos ha dado su visión presentando un Jesús marginal con los marginados, pero ahora se focalizará en el tópico para que Jesús diga, en voz alta, su pensamiento sobre ricos y riquezas.
Para eso se nos introduce al hombre desesperado que viene corriendo y se arrodilla para preguntar algo. No sabemos nada de él. El autor tampoco se gastará en describirlo. Puede ser un hombre que ha pasado noches enteras en vela intentado resolver el problema que tiene en su corazón. La pregunta sobre la vida eterna, sobre cómo llegar a ella, desvela a más de uno, y en su desesperación, es una pregunta de esperanza, una pregunta que da por sentada la eternidad, da por sentado al Dios de la vida, incapaz de dejar en el polvo su Creación. Pero también puede tratarse de una pregunta que esconde una interpretación farisea sobre cómo negociar con Dios una recompensa por las buenas obras.
El hombre trata a Jesús de maestro bueno.  No es un título ni un tratamiento acostumbrado en el judaísmo. Suena a adulación en vistas a obtener una respuesta favorable, pero no se puede descartar la oportunidad de la sinceridad, de que realmente el hombre considerara bueno a Jesús, más que bueno que los otros, y por eso digno de ser llamado así. Para la cuestión exclusivamente narrativa, el calificativo dará pie a un desarrollo teológico que expondremos a continuación: si sólo Dios es bueno, toda la bondad en el mundo se remite a Él, y el ser humano puede ser multiplicador de esa bondad.
La pregunta que abre la discusión es de las más profundas que pueden hacerse: cómo vivir eternamente, cómo estar en la plenitud de Dios para siempre. Aquí, la vida eterna es equivalente a esa proyección escatológica de estar siempre con Dios, siempre en su presencia, llevando la vida humana a su máxima realización. Se remite a un estado de felicidad imposible de describir, pero anhelado por todos. Por eso podemos creer que es una pregunta con esperanza la del hombre desesperado. Se asume que hay una continuación de la vida más allá de la muerte y de esta existencia terrenal, y se asume que esa vida plena y maravillosa puede heredarse. No como una herencia donde el dueño decide sobre sus propiedades con un notario, sino como herencia de amor, como suceso lógico de entrega de lo que ya es en potencia. El hombre considera que esta heredad puede estipularse desde cosas que se hacen. Si hago esto consigo aquello. En principio es una visión mercantilista de la dinámica del Reino. En esta percepción, la vida plena puede ganarse, o peor aún, intercambiarse a manera de trueque con buenas obras.
Para algunos comentaristas, la pregunta del hombre puede leerse desde el Sal 15, donde se inicia preguntando quién se hospedará en la Carpa del Encuentro y quién habitará la Montaña. A continuación de las preguntas, el salmista enumera quiénes tienen el honor de acceder a los lugares santos (Carpa y Montaña): estos son los que practican la justicia, los que dicen la verdad, el que no hace mal al prójimo, el que no embauca al inocente. El esquema es similar a la escena de Marcos. Alguien pregunta cómo acceder/heredar las cosas de Dios (vida eterna, carpa, lugares santos), y se le enumerarán una serie de actos que están relacionados con esa herencia.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Dios sigue soñando / Vigesimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Mc. 10, 2-16 / 07.10.12


2 Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”. 3 Él les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”. 4 Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”. 5 Entonces Jesús les respondió: “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. 6 Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. 7 Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, 8 y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. 9 Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.10 Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. 11 El les dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; 12 y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”.13 Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. 14 Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. 15 Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. 16 Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos. (Mc. 10, 2-16)


2
Estos son de los pocos fariseos que quedan a estas alturas del Evangelio según Marcos. Están fuera de su territorio conocido, de la Galilea. Allí actuaban a sus anchas. Pero con el cambio de escenario, con el inicio del camino de subida a Jerusalén, su protagonismo como antagonistas de Jesús tuvo que ser relegado en manos de otros grupos religiosos. Volverán para dar su última aparición en Mc 12, 13, junto a los herodianos.
Como en otras oportunidades, los fariseos se acercan para poner a prueba a Jesús. La intención queda develada desde el principio. Las preguntas que le formulan no son sinceras en su intención. Sí lo son en la problemática que abordan, como veremos más adelante, pero están teñidas de un halo de trampa. En este caso, debemos suponer que Jesús tenía una posición ya tomada al respecto de lo que le preguntan, y que su posición era pública; por eso la pregunta buscaría dejarlo al descubierto como desobediente de la Ley. Si bien existían varias escuelas de interpretación en el judaísmo, todas respetaban la letra explícita de la Ley de Moisés, y divagaban sobre esa letra, sin ponerla en tela de juicio. Básicamente, las escuelas interpretativas hacían una hermenéutica descriptiva, de mero desarrollo de lo existente, o una hermenéutica legislativa, interpretando aquello que la Palabra no había normatizado en detalle. Dos de las más importantes y sobresalientes de estas escuelas eran las lideradas por los maestros Schammai e Hillel.
La pregunta en concreto que debe responder Jesús ahora es sobre la licitud del divorcio. De por sí, en el contexto de la Ley de Moisés, la pregunta es una redundancia. Si un judío acepta la Ley mosaica como designio y palabra divina, entonces no puede criticar o poner en duda su legitimidad. Si lo hace, entonces está rechazando a Israel y a su Dios. Esa es la trampa. Jesús ya se ha expresado abiertamente sobre la posibilidad de que la Ley de Moisés no sea completa, no sea exactamente Palabra de Dios, y sea perfeccionable. Entonces, como fondo de la temática del divorcio, está la cuestión de si lo que proclamó Moisés tiene validez o no, si el judaísmo puede estar fundado en ello o puede ser plástico con esa Ley. Está la cuestión de la relación de Jesús con la Ley: ¿vino a abolirla, vino a cumplirla al pie de la letra, vino a modificarla, vino a superarla?

viernes, 28 de septiembre de 2012

Vertedero escatológico / Vigesimosexto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Mc. 9, 38-43.45.47-48 / 30.09.12


38 Juan le dijo: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. 39 Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. 40 Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.41 Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. 42 Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.43 Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. 45 Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. 47 Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, 48 donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. (Mc. 9, 38-43.45.47-48)

38
La pequeña perícopa que abarca desde el versículo 38 hasta el versículo 40 parece insertada con prepotencia por Marcos en este lugar. Y en realidad, lo que le sigue a continuación también aparece como un conjunto desarticulado de dichos de Jesús. En el macro-contexto de la sección del camino de subida a Jerusalén, se entienden estas frases como enseñanzas básicas para el discipulado. Eso no las hace menos inconexas. Respecto a la perícopa del exorcista sin comunidad, su inserción tiene un sentido más eclesiológico que discipular. Se trata de la actitud de una determinada comunidad eclesial frente a otras comunidades que también viven en el nombre de Jesús. ¿Cuál es más válida? ¿Quién tiene la razón? Más profundo aún: se trata de la actitud eclesial frente a manifestaciones del Reino que no provienen específicamente de la Iglesia: ¿son cristianas a pesar de ello? ¿son válidas?
Juan es el portavoz de la supuesta herejía. Preocupado y orgulloso, le comunica a su Maestro que han detenido a un exorcista anónimo que trabajaba en paralelo a la comunidad discipular que ellos formaban. Es interesante que Juan introduzca sus palabras dirigiéndose a Jesús como a su Maestro. En muchas oportunidades, el texto de Marcos ha mostrado cómo los que se dirigen a Jesús de esa forma, lo hacen desde una perspectiva que resulta finalmente errónea (cf. Mc 4, 39; 5, 35; 9, 5; 10, 17.35; 12, 14.19; 14, 45). Juan lo llama Maestro, pero con la creencia firme de que es su maestro individual, privado. Por eso ha intentado detener al exorcista anónimo, considerándolo ajeno, indigno de la obra que intentaba llevar adelante.
El exorcismo debe ser entendido como un signo de poder. Quien puede expulsar demonios posee un tipo de poder distinto al que tiene el resto de los mortales. Puede ser un poder que proviene de las fuerzas del mal, un poder mágico, o un poder que proviene de la santidad, de la sintonía con Dios. Los discípulos primeros y la Iglesia primitiva hacían muchos exorcismos, demostrando así que el Espíritu de Jesús continuaba entre ellos. El poder de Dios que había actuado sobre el Resucitado seguía actuando sobre su Iglesia. Prueba de ello era el poder de expulsar demonios. Signo de autoridad y signo de validación de la identidad. Si bien Jesús nunca exorciza en nombre de alguien, la Iglesia tiene la costumbre de hacerlo en el nombre de Jesús, invocando con el mismo sentido la continuidad del Espíritu.