jueves, 26 de mayo de 2016

(Reino de Dios) Renacer 2

(Jn 3, 5) Jesús le respondió a Nicodemo: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”.


Ante la confusión de Nicodemo, Jesús aclara que este renacimiento es preciso que sea realizado desde el agua y desde el Espíritu. Algunos críticos sostienen que la frase, originalmente, mencionaría sólo al Espíritu, y que posteriormente se habría incluido el agua. El agua haría referencia al bautismo sacramental (ya dijimos que todo el capítulo 3 del Evangelio según Juan parece ser una catequesis sacramental). La razón apologética de esta inclusión estaría en la aparición de muchos que se decían cristianos por algún tipo de revelación espiritual que habían recibido, sin contacto con la comunidad eclesial. Estos cristianos vivían en paralelo a la comunidad, y con sus prácticas confundían el verdadero sentido del cristianismo que la comunidad intentaba mantener. De alguna manera, el bautismo sacramental con agua, de manera pública, frente a la comunidad eclesial, instituía una relación entre la persona bautizada y la Iglesia, mediante el rito, a través de la cual se marcaba, se sellaba lo espiritual. Era cristiano quien había pasado por el bautismo. Allí ocurría el renacimiento del agua. Hoy parece impensable el sostenimiento de esta pastoral por el mal uso social que recibe el bautismo en Occidente, pero en su momento, lo que parecía impensable era que alguien se bautizase con agua sin haber sentido la efusión del Espíritu, sin haberse convertido, sin haber asimilado la realidad del Reino de Dios.

miércoles, 25 de mayo de 2016

(Reino de Dios) Renacer 1

(Jn 3, 3) Jesús le respondió a Nicodemo: “Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”.


Este versículo es parte de una escena mayor que comienza en Jn 3, 1 y culmina en Jn 3, 21, conocida popularmente como el diálogo con Nicodemo. Ampliando más el contexto literario, podríamos decir que todo el capítulo 3 del libro es una gran catequesis espiritual sobre el bautismo, donde se inserta la aparición de Nicodemo. Este personaje es un judío de los principales fariseos. El vocablo que lo describe como principal en griego (archon), también puede traducirse como magistrado. De todas maneras, si Nicodemo es un magistrado judío, es por ende uno de los principales entre su pueblo. Simbólicamente, con estas características, Nicodemo es uno de los más representativos del espíritu de la religión israelita de ese momento. Como judío, y específicamente como fariseo, representa una cosmovisión particular dentro de la Palestina que camina Jesús.

martes, 24 de mayo de 2016

(Reino de Dios) Jesús en sus propias palabras

A la distancia, estamos impelidos a meditar en la obsesión del Maestro, que es el Reino de Dios. Por eso me arriesgo a poner una lista de las palabras de Jesús sobre el Reino. Elegí frases de los cuatro Evangelios canónicos que varios estudiosos hayan avalado, a la fecha, como históricas, a pesar de la discusión vigente (las frases muy discutidas o que me generaron alguna duda grande sobre su historicidad, se excluyeron). Fusioné algunas repeticiones. Me focalicé en aquellas que contenían la expresión Reino de Dios evidentemente, y en el caso de las parábolas que son introducidas con la aclaración de que el Reino de Dios se parece a, transcribí toda la parábola si lo ameritaba. En frases con distintas versiones, preferí Marcos por antigüedad y Lucas antes que Mateo por considerarse más fiel a la fuente Q, excepto en casos que sólo Mateo contenga la expresión Reino de Dios y Lucas no, como sucede en algunas parábolas.

Seguramente hay frases de más y seguramente hay frases de menos. Algunos biblistas estarán de acuerdo y otros considerarán que acabo de hacer un desastre. Yo mismo, si vuelvo a hacer este ejercicio en diez años, seguramente cambiaría varias frases. Por lo pronto, hoy mismo, me sirve como meditación, y espero sirva al lector también para valorar cuánta obsesión estamos dejando de lado.

miércoles, 6 de abril de 2016

(Reino de Dios) Lo que te sobra le falta a otro

(Mc 10, 23-25) Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. [Mt 19, 23-24; Lc 18, 24-25]


Es difícil que un rico entre al Reino. Pero más que difícil parece imposible, porque resulta más probable que un camello atraviese el ojo de una aguja. Por lo tanto, la afirmación de fondo es que las riquezas impiden el acceso al Reino. ¿Qué quiere decir esto? ¿Cuál es el sustento teológico de Jesús para tan categórica afirmación? Se esperaría que, en un contexto fuertemente religioso como lo era Israel, Jesús propusiera, como los demás maestros de su época, parámetros morales de salvación/condenación. Podrían entrar al Reino los probos, los puros en sus actos, los fieles a la Ley. Sin embargo, Jesús expresa abiertamente que el rico queda fuera, y por deducción, el pobre es heredero del Reino.

sábado, 19 de marzo de 2016

(Domingo de Ramos) No todos los reyes son iguales


El Domingo de Ramos es una de las celebraciones litúrgicas más queridas por la gente y, por esto, una de las que más asistencia tiene. Pero a la vez es una de las menos entendidas. El acento suele caer en el lugar equivocado, o sea, en los ramos mismos y en el gesto de la bendición. Se sabe que es el comienzo de la Semana Santa y el portal a la Pascua, pero no se dimensiona la importancia que tiene la lectura del relato de la pasión en este día que precede una semana a los acontecimientos centrales. Inclusive este ciclo C, leyendo la entrada mesiánica a Jerusalén según Lucas, los ramos son inexistentes; sólo hay mantos que se tienden en el piso para que pase el pollino. El autor puede prescindir de los ramos porque no son fundamentales para la escena; en cambio, no puede obviar el pollino, los mantos que se depositan en el piso y las aclamaciones de la multitud, todas señales del reinado de Jesús. Porque el Domingo de Ramos es eso: la fiesta de Cristo Rey. Cuando celebramos Cristo Rey durante el tiempo ordinario, la intención está, quizás, más volcada hacia el reinado escatológico, a la dimensión universal y a la mirada futura sobre ese Reino ya instaurado. En cambio hoy nos encontramos la crudeza del Cristo Rey, que entra aclamado y que muere rechazado; un Rey rodeado de intrigas, con acusaciones y persecuciones; un Rey que fracasa y que es desacreditado en la cruz. Hoy nos acercamos a la clave hermenéutica del reinado de Jesús.

viernes, 11 de marzo de 2016

(Cuaresma) Dios de las adúlteras o dios de los apedreadores – Jn. 8, 1-11

El texto de hoy pertenece al Evangelio según Juan, pero no pertenece verdaderamente a él. Las ediciones actuales de nuestras Biblias lo colocan como inicio del capítulo 8, pero en un principio, muchos manuscritos no contaban con este pasaje. Inclusive, en varias oportunidades fue ubicado después de Lc. 21, 38. Ciertamente, el estilo literario es más semejante a Lucas que a Juan, y el tema de la perícopa encaja mejor en lo previo a la pasión lucana que en este capítulo 8 de Juan. Si intentamos leer de corrido, uniendo Jn. 7, 52 con Jn. 8, 12, la ausencia de la escena de la mujer adúltera no se notaría en el desarrollo del libro. Si bien Jn. 8, 15 es coherente con la resolución tomada por Jesús en la controversia (“Vosotros juzgáis según la carne, yo no juzgo a nadie”), también se presupone que Jn. 8, 15b-17 es un agregado posterior. Lo que un buen número de comentaristas suponen es que la perícopa podría haber circulado como texto independiente; pocos se habrían animado a incluirla en los relatos evangélicos por la sencilla razón de que parece absolver el pecado de adulterio, uno de los pecados que la Iglesia de los primeros siglos trataba con mayor dureza; finalmente, el mismo peso tradicional del texto (conocido por varias comunidades) y la coherencia evangélica (las actitudes de Jesús en esta escena se corresponden con las actitudes de Jesús a lo largo de los cuatro Evangelios), hicieron que se reconociera su inspiración divina y su canonicidad.

miércoles, 9 de marzo de 2016

(Cuaresma) ¿Hijo pródigo, padre misericordioso o hermano fariseo? - Lc. 15, 1-3.11-32


La parábola del padre misericordioso (mal llamada del hijo pródigo), no es un texto aislado en Lucas. Cuidadosamente está ubicada en el capítulo 15, junto a otras dos parábolas, la de la oveja perdida (cf. Lc. 15, 4-7) y la de la dracma perdida (cf. Lc. 15, 8-10). Las tres parábolas están contadas en un contexto preciso: Jesús rodeado de publicanos y pecadores (cf. Lc. 15, 1) y fariseos y escribas que lo critican por comer con esta clase de gentes (cf. Lc. 15, 2). La tradición ha llamado a esta sección las parábolas de la misericordia, porque de una u otra manera, el amor/gracia de Dios se manifiesta superando los límites previsibles. El pastor deja noventa y nueve ovejas para buscar una sola; la mujer da vuelta la casa hasta encontrar la dracma; el padre recibe al hijo menor que se había ido y que había despilfarrado su herencia. En las tres escenas, el tema de la alegría es evidente. La conversión del pecador genera un gozo indescriptible en el cielo, entre los ángeles, y en el mismísimo padre. Hay fiesta y celebración porque los muertos regresan a la vida, los extraviados encuentran el camino, los perdidos son encontrados. Hay fiesta y celebración porque el amor es más grande que el mal.

jueves, 3 de marzo de 2016

(Biblia) A qué le canta el Cantar de los Cantares

Un libro con historia
A lo largo de los siglos, desde que el Cantar de los Cantares fue escrito, las interpretaciones sobre su significado se fueron sucediendo una tras otra. De acuerdo a la época y a los menores o mayores tabúes sobre el tema sexual, se lo vio como una mera alegoría de otra cosa o, finalmente, como lo que parece ser: un canto al amor humano, y dentro del amor humano, a la faceta sexual del amor. Quizás no parezca escandaloso decirlo así, libremente, en esta época, pero significó un problema y, luego, un avance, llegar a reconocer que la Biblia tiene un libro que habla eróticamente. En 1577, Fray Luis de León tradujo al castellano el libro desde el latín y fue encarcelado por hacerlo. A ese punto llegó el problema de su interpretación.

Obviamente, los primeros que hicieron historia al intentar descifrarlo fueron los mismos judíos. Calculemos que el libro fue escrito alrededor del año 400 a.C. Los exegetas del judaísmo, en general, optaron por la alegoría: el libro describe la relación mística de amor entre Yahvé y el pueblo de Israel. Siguiendo esa línea, el cristianismo primigenio pensó lo mismo, sólo que cambió los protagonistas por Cristo y por la Iglesia, para adaptar el mensaje. San Bernardo, por mencionar uno de los notables, interpretó que se trataba del Espíritu Santo y la Virgen María. Fue Teodoro de Mopsuestia (350-428 d.C.) el que se animó a postular algo distinto: el Cantar sería la evocación de un matrimonio entre el rey Salomón y una princesa egipcia. En su momento, lo de Teodoro fue descalificado, pero recuperó vigencia desde el Siglo XVI, mezclándose con otras variantes que no prosperaron. En 1898, un cónsul alemán en Damasco notó cómo se celebraban las bodas en el cercano y medio Oriente, y dijo, basado en sus observaciones, que el Cantar de los Cantares podía ser, sencillamente, una colección de cantos de amor destinados a festejar las bodas.
En el Magisterio católico, la última referencia que tenemos es la que hizo Joseph Ratzinger como Papa Benedicto XVI en la encíclica Deus caritas est, número 6: “¿Cómo se debe vivir el amor para que se realice plenamente su promesa humana y divina? Una primera indicación importante podemos encontrarla en uno de los libros del Antiguo Testamento bien conocido por los místicos, el Cantar de los Cantares. Según la interpretación hoy predominante, las poesías contenidas en este libro son originariamente cantos de amor, escritos quizás para una fiesta nupcial israelita, en la que se debía exaltar el amor conyugal”.

viernes, 26 de febrero de 2016

(Catequesis) - Una espiritualidad de la esperanza

Si el catequista no asume, en su espiritualidad, el sentido trascendente de la esperanza, si no cree vehementemente en ella, si no la experimenta en la cotidianeidad de su vida, no podrá enseñarla, construirla ni transmitirla. Ahora bien, la espiritualidad está entendida aquí como la acción del Espíritu Santo en el catequista y la respuesta a esa acción. El terreno de la espiritualidad es el terreno de lo que nos inspira, lo que nos emociona, lo que nos atrae, lo que nos apasiona. La esperanza tiene que apasionar al catequista. Y cuando mencionamos la esperanza, indefectiblemente mencionamos futuro. No porque se trate siempre de quimeras que nunca se hacen realidad en el hoy, sino porque la esperanza está ligada a una modificación del presente que se prolongue hasta el futuro. Por eso el catequista tiene que estar apasionado por lo que se puede transformar en nombre del Reino, y lo que el Reino por su propia dinámica va transformando. Esta pasión, en definitiva, es pasión por el ser humano que se beneficia de esa esperanza. Se beneficia cuando la esperanza se concreta y modifica su vida, su calidad de vida; y se beneficia cuando tiene esperanza, cuando cree en un futuro mejor.

miércoles, 24 de febrero de 2016

(Catequesis) - Entre esperanzas

Entre la aparición del libro Pedagogía de la Esperanza, de Paulo Freire, en 1992, y el lema del Congreso Catequístico Nacional Argentino de 2012: Anticipar la aurora, construir la esperanza, hay veinte años que corrieron bajo el puente. Sin embargo, el desafío parece permanecer intacto. Paulo Freire descubría y develaba cómo los mecanismos de opresión dejaban a montones de personas (niños, jóvenes y adultos) en un espacio que la sociedad denominaba no-cultura. Gran parte de la población era, supuestamente, inculta, ignorante, sin conocimientos. Nada tenían para aportar y nada podían enseñar. Al contrario: ellos debían ser educados por los que sabían, los que tenían palabra. De esta forma, el mensaje implícito se hacía explícito con el correr de los años y los oprimidos tenían que crecer y desarrollarse (subdesarrollarse) en una cultura sin palabra, cultura del silencio, de permanecer al margen. Estos oprimidos eran coartados en su esperanza. No la tenían ni la tienen porque les han enseñado, constantemente, que son ignorantes por naturaleza, que nunca podrán salir de ese espacio marginal, y que su destino es el trágico destino de sus hijos y de sus nietos. Los que vienen de afuera para ayudarles, generalmente caen con sus pesadas soluciones pre-fabricadas. Vienen a traer recetas ya elaboradas y soluciones construidas en otro lado. Paulo Freire condenaba este mecanismo educativo. Si el educador, el que viene de afuera, no trae la posibilidad de pensar, de guiar al otro hasta el descubrimiento de su propia elaboración de una solución, la opresión sigue su camino.
Paulo Freire