lunes, 15 de enero de 2018

1. Reino para todos - Mateo



(Mt 4, 23) Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. [Lc 4, 43]


La proclamación de la Buena Noticia del Reino es bastante abierta. Como veremos en esta sección, Mateo utiliza dos frases muy similares separadas por cinco capítulos para narrar la expansión de la predicación de Jesús. Es una predicación mezclada con enseñanza y con alivio del sufrimiento de la gente. Este dato es importante, sobre todo en Mateo. La Buena Noticia es indisoluble del alivio del sufrimiento. Gran parte del eje de la praxis del Reino está puesto en la carga que representan las enfermedades, las dolencias y las opresiones: Jesús es el Siervo Sufriente que pone sobre sus hombros esa carga del pueblo (cf. Mt 8, 17; Mt 11, 29-30). Y el Reino, a la postre, es una invitación a cargar el sufrimiento del otro para aliviarlo.

El primer sufrimiento con el que tiene contacto crudo Jesús es el de los galileos, los de su tierra. La provincia de los pobres, de los trabajos forzados, de la supervivencia en el día a día. Allí trabaja y se desempeña Jesús, y allí toma contacto con las dolencias y opresiones de sus compatriotas. Las cargas de esta gente no son sólo físicas, sino también sociales. El israelita de Galilea es el de segunda mano, el inferior al israelita de Judea. Y como toda tierra campesina, sobran los terratenientes dueños que explotan al autóctono. La carga religiosa también es evidente para Galilea, pues se encuentra lejos del epicentro que es Jerusalén, y por su condición geográfica, está en constante contacto con paganos. Mateo escribe en la década del ´80, aproximadamente, cuando Galilea ya no era el distrito pequeño de la época de Jesús, sino la Gran Galilea, abarcando también otros territorios al norte de la Galilea original, territorios paganos.

Mateo conoce esta situación de gentilidad mezclada con el judaísmo, y con razón ha citado, versículos antes (cf. Mt 4, 15-16), un fragmento de Is 8, 23 – 9, 1: “En un primer tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro llenará de gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán, el distrito de los paganos. El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz”. La cita no está copiada íntegramente por el autor, sino que ha añadido algunas modificaciones, pero la descripción del paganismo que se entremezcla con el judaísmo está clara. Existía en el Oriente una ruta llamada camino del mar que atravesaba Galilea, y por ser ruta de mercaderes, era lugar de tráfico y de intercambio cultural muy elocuente. El apodo Galilea de los gentiles responde a un desprecio que los habitantes de Judea otorgaban a los provincianos que se habían entremezclado con los paganos, conviviendo con ellos y, por lo tanto, volviéndose impuros para la ley religiosa.
La evangelización comienza en la Galilea, junto a los sufrientes. ¿Dónde comenzar la evangelización ahora, entonces? ¿En las casas de gobierno, con reuniones suntuosas y protocolares entre pastores y políticos? ¿O en los barrios marginales, en las villas, entre los enfermos y pobres? Es una cuestión que no puede dejar de plantearse, mucho menos en sociedades politizadas y en terrenos donde se lucha por el poder. ¿Es el mismo mensaje de Jesús el que se manifiesta en un acto donde alguien es invitado a bendecir, por ejemplo, una instalación militar? ¿Es la misma metodología del Maestro la que se utiliza en escenarios montados en plena calle céntrica con despliegue de luminarias e inversiones millonarias? El sentido universalista, desde la óptica de Mateo, se manifiesta en el inicio con los olvidados. Para alcanzar a todos se debe empezar desde los últimos, y no desde los primeros. La evangelización que comienza desde arriba fracasa para el Reino, porque termina siendo una imposición religiosa o una ideología más o menos dirigida. El sentido abarcador del Reino es claro cuando, desde los olvidados, recuerda a todos. Hay que buscar nuestras Galileas, porque si no sabemos desde dónde comenzar, tampoco sabremos a dónde ir.

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